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Naciones

La Obra en la Naciones

El trabajo misionero es una parte esencial de la misión de la Iglesia, ya que refleja el corazón de Dios para la salvación de las naciones. Desde el principio, Dios ha llamado a su pueblo a proclamar su nombre en toda la tierra. Jesús mismo dio el mandato a sus discípulos de ir y hacer discípulos de todas las naciones, mostrando que la misión no es opcional, sino una responsabilidad directa de la Iglesia.

La Iglesia Envía

La Biblia nos enseña que la misión no es un esfuerzo individual, sino que es la Iglesia la que envía a los misioneros, respaldándolos en oración, recursos y acompañamiento espiritual. En Hechos 13:2-3, vemos cómo la Iglesia en Antioquía, guiada por el Espíritu Santo, envió a Pablo y Bernabé a la obra misionera:

“Ministrando éstos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.” (Hechos 13:2-3)

Este pasaje muestra que la Iglesia es el instrumento que Dios usa para enviar a sus siervos al campo misionero. No es solo una iniciativa personal, sino un llamado respaldado por la comunidad de creyentes.

El mandato de ir a todas las naciones

Jesús dejó claro que su Evangelio debía ser proclamado en todo el mundo. En la Gran Comisión, Él les dijo a sus discípulos:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28:19-20)

Este mandato no fue dado solo a los primeros discípulos, sino a toda la Iglesia. La evangelización y la enseñanza de la Palabra son fundamentales en la expansión del Reino de Dios.

 

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